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jueves, 30 de junio de 2016

30 de junio de 2016

 CONVERSACIONES CON DON MARIO

-Buenos día don Mario, ¿pedo tutearlo?
-Por supuesto, en una charla entre amigos lo más normal es que ellos se tuteen.
-Pues ahí va mi primera pregunta, ¿Cuántos colores tiene el mundo?
-ya lo dije, millones y millones.
-¿tantos Mario?
-si, igual que las monedas. Cada moneda tiene un color y en un planeta que busca vida en un trozo de roca deja que sus niños mueran de hambre en sociedades civilizada.
-¿tan cruel es el hombre?
-no, no creo en el maniqueísmos del bien y del mal, sino en los colores de las monedas. Esas son la que rigen el universo. Como digo, en una civilización que no debería de tener problemas para satisfacer las necesidades de los más desfavorecido, niños solitarios, mueren de hambre, o ahogado en el Mediterráneo. Es por eso que a pesar de todo no he perdido la esperanza en la raza humana, los sentimientos afloran, no al universo sino a un mundo chico. Es desde dónde se lucha, desde los pequeños barracones, desde las cercanas trincheras. Ahí somos nosotros mismos.
-entonces no esta todo perdido.
-te vuelvo a repetir. Por un lado tenemos a niños que mueren de hambre. Por otro guerreros del bien que luchan en las trincheras. Lo importante es que afloren nuestros sentimientos, no como genero, sino a cada uno el que le corresponde, el que le identifica, y entonces saldrá lo mejor de él. No se puede poner en pie esta teoría sin pruebas, pero ya acumulamos algunos datos y experiencias críticas en las que ha surgido los sentimientos individuales de algunos que al unirse han provocado que el mundo civilizado dirija su mirada hacia donde tiene que mirar y no hacia otro lado.
- y ¿Por qué no nos dejamos llevar más por nuestro sentimientos?
- creo que porque mientras más nos encerramos en nosotros mismos menos vemos y más podemos continuar con nuestras vidas sin tener sobre la conciencia nada más que lo que vemos a metro y medio de nuestros ojos.
- ¿Dónde se esconden esos sentimientos que afloran en guaridas de amor?
-A veces en lo más superficial de nosotros, en nuestra piel. Otras en lo más profundo de nuestro corazón, pero deben aflorar para que los colores de mundo cambien y el nombre de que somos lo que somos
- ¿Cuida el hombre del hombre?, Mario.
- no del todo. Cada uno de nosotros podría hacer más por cambiar el ritmo de la civilización.
-entones lo que usted quiere dejar entre ver es que deberíamos de tener una escala de valores dónde el amor al prójimo seria la moneda de cambio.

-algo por el estilo, si usted lo quiere llamar escala de valores, llámelo. Lo importante es que cuidemos del que tenemos al lado. Así la vida cambiaria. Los sentimientos nos otorgan nombres.

pedro.

viernes, 3 de junio de 2016

03 de junio de 2016

   Cada vez paso más tiempo sin escribir. Ya no es tan importante como antes. Quizá lo este relegando a una actividad residual o las circunstancias que me rodean lo están convirtiendo en un artículo que ya no es de primera necesidad. Esto me preocupa. Mi ilusión ha sido siempre escribir. O por lo menos una de las principales. Ahora no. Es algo que puedo llevarme días sin hacer y eso significa que el miedo a expresar aquello que llevo dentro es mayor que la necesidad de volcar sobre el folio en blanco mis experiencias. No podría concretar cuanto tiempo hace que no escribo un relato ¿Meses? Puede. Pero la pena no solo radica hay. Es que el mes de mayo ha pasado vertiginosamente por mi vida sin que yo haya dejado huella en él. Eso es lo más grave.
   Pero como somos hijos de nuestras circunstancias, y las mías cambian constantemente, o al menos esa es la impresión que saco de la vida, esta más cerca un futuro mejor. En él creo que existe un hueco para la escritura. Para desarrollar temas o para contar historias. Un mundo dónde yo sea escritor. Dónde la palabra no me abandone. Cuando el agotamiento no me venza y la apatía queda sumergida bajo la esfera de la realización. Un lugar en el que palpe la palabra y la haga mía aunque solo sea por unos momentos.
    Este pequeño ejercicio de ratificar lo obvio me sirve para tomar conciencia de la realidad que me rodea. Los libros y las palabras son el alimento de mi alma. Y si tengo sobrepeso en mi cuerpo físico, el que me acompaña día a día, que tiene hambre y que hace que coma, el cuerpo de mi alma es aún más voraz. Necesita alimentarse con mayores cantidades. Así nacemos algunos. No nos importa la gloria. Ni tampoco el prestigio. Hacemos las cosas porque las sentimos. Porque es el momento oportuno y si no escribimos ahora el texto se perderá entre los pensamientos del día. Por eso es primordial volver a las raíces. No es una involución. Es un giro a lo necesario. Una vuelta  a la normalidad. Para mí, el escribir, debería ser sencillo y simple, porque llevo mucho tiempo haciéndolo y porque aquellas cosas que se hacen con los sentimientos no se deben dejar de hacer.