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domingo, 10 de julio de 2016

08 de julio de 2016 02:04

-Mario, aquí estamos hablando de nuevo sobre nuestras cosas, o más bien sobre la suyas.- le dijo su interlocutor sin querer adueñarse de aquello que no había salido de su cabeza sino de la de don Mario pero como eran cosas tan de Perogrullo, había veces que las confundía con pensamientos propios. Es lo que le hubiera gustado contestar si a él le hubieran hecho la pregunta.
-bien, dime querido amigo, que es lo que te preocupa hoy- le contexto este armado de paciencia y dispuesto a charlar un rato con el joven aprendiz del pensamiento aletargado.
-¿me gustaría saber que piensa usted sobre el miedo?
-Pero eso es una pregunta muy general. Hay muchos tipos de miedo. Unos que te paralizan y te hacen cerrar los puños, otros que andas con ellos a cuesta con pudor, una forma inocente o culpable.
-hablemos del que te paraliza.
-ese es malo. Es atávico y van en contra de la naturaleza del hombre. El miedo nace como respuesta a los grandes depredadores. Si te paraliza, te comen. No hay que dejarse paralizar por el miedo. Eso es un error. El miedo es bueno cuando hace que le busquemos una solución a la situación o circunstancia en la que nos hayamos. Es prudente tener miedo pero no en exceso. Todo en exceso es malo y, por supuesto, una cantidad considerable de paralización ante los hechos por el simple miedo no responde a la naturaleza del ser humano. El hombre ha nacido para caminar hacia delante, a pesar del miedo.
-¿y es miedo que es pudor?
-ese es distinto, aunque también sea una forma de tener miedo, como culpa de algo. Es un miedo del poder que hace que si te sales de los patrones establecidos sientas vergüenza. Vergüenza por ser diferente, ese es el peor miedo que puede tener un ser humano. Hay radica el control de la masas. Todo lo que nos hace sentirnos placenteros en una postura cómoda esta considerado como seguro. Cuando salimos de esa seguridad nuestro universo se mueve. Ya no sale el lucero del alba por la mañana. ha cambiado toda nuestra cosmovisión.
-entonces es bueno sentir ese miedo.
-por supuesto, es el miedo de la aventura, de la osadía, del avance , de la mirada hacia delante, del futuro. Es el miedo que debería sentir cada persona cuando emprende algo. Esa inquietud que hace que en nuestras intenciones pongamos todo lo que podemos.
-pero hay algo más en ello, intuyo Mario.

-el que te hace sentirte cobarde. El que hace que sientas vergüenza por tener que cambiar. Al poder no le gustan los cambios. Las revoluciones son expresiones del pueblo. Si todos los pobres del mundo nos revelásemos contra los ricos no morirían niños de hambre en una sociedad civilizada.

jueves, 30 de junio de 2016

30 de junio de 2016

 CONVERSACIONES CON DON MARIO

-Buenos día don Mario, ¿pedo tutearlo?
-Por supuesto, en una charla entre amigos lo más normal es que ellos se tuteen.
-Pues ahí va mi primera pregunta, ¿Cuántos colores tiene el mundo?
-ya lo dije, millones y millones.
-¿tantos Mario?
-si, igual que las monedas. Cada moneda tiene un color y en un planeta que busca vida en un trozo de roca deja que sus niños mueran de hambre en sociedades civilizada.
-¿tan cruel es el hombre?
-no, no creo en el maniqueísmos del bien y del mal, sino en los colores de las monedas. Esas son la que rigen el universo. Como digo, en una civilización que no debería de tener problemas para satisfacer las necesidades de los más desfavorecido, niños solitarios, mueren de hambre, o ahogado en el Mediterráneo. Es por eso que a pesar de todo no he perdido la esperanza en la raza humana, los sentimientos afloran, no al universo sino a un mundo chico. Es desde dónde se lucha, desde los pequeños barracones, desde las cercanas trincheras. Ahí somos nosotros mismos.
-entonces no esta todo perdido.
-te vuelvo a repetir. Por un lado tenemos a niños que mueren de hambre. Por otro guerreros del bien que luchan en las trincheras. Lo importante es que afloren nuestros sentimientos, no como genero, sino a cada uno el que le corresponde, el que le identifica, y entonces saldrá lo mejor de él. No se puede poner en pie esta teoría sin pruebas, pero ya acumulamos algunos datos y experiencias críticas en las que ha surgido los sentimientos individuales de algunos que al unirse han provocado que el mundo civilizado dirija su mirada hacia donde tiene que mirar y no hacia otro lado.
- y ¿Por qué no nos dejamos llevar más por nuestro sentimientos?
- creo que porque mientras más nos encerramos en nosotros mismos menos vemos y más podemos continuar con nuestras vidas sin tener sobre la conciencia nada más que lo que vemos a metro y medio de nuestros ojos.
- ¿Dónde se esconden esos sentimientos que afloran en guaridas de amor?
-A veces en lo más superficial de nosotros, en nuestra piel. Otras en lo más profundo de nuestro corazón, pero deben aflorar para que los colores de mundo cambien y el nombre de que somos lo que somos
- ¿Cuida el hombre del hombre?, Mario.
- no del todo. Cada uno de nosotros podría hacer más por cambiar el ritmo de la civilización.
-entones lo que usted quiere dejar entre ver es que deberíamos de tener una escala de valores dónde el amor al prójimo seria la moneda de cambio.

-algo por el estilo, si usted lo quiere llamar escala de valores, llámelo. Lo importante es que cuidemos del que tenemos al lado. Así la vida cambiaria. Los sentimientos nos otorgan nombres.

pedro.

viernes, 3 de junio de 2016

03 de junio de 2016

   Cada vez paso más tiempo sin escribir. Ya no es tan importante como antes. Quizá lo este relegando a una actividad residual o las circunstancias que me rodean lo están convirtiendo en un artículo que ya no es de primera necesidad. Esto me preocupa. Mi ilusión ha sido siempre escribir. O por lo menos una de las principales. Ahora no. Es algo que puedo llevarme días sin hacer y eso significa que el miedo a expresar aquello que llevo dentro es mayor que la necesidad de volcar sobre el folio en blanco mis experiencias. No podría concretar cuanto tiempo hace que no escribo un relato ¿Meses? Puede. Pero la pena no solo radica hay. Es que el mes de mayo ha pasado vertiginosamente por mi vida sin que yo haya dejado huella en él. Eso es lo más grave.
   Pero como somos hijos de nuestras circunstancias, y las mías cambian constantemente, o al menos esa es la impresión que saco de la vida, esta más cerca un futuro mejor. En él creo que existe un hueco para la escritura. Para desarrollar temas o para contar historias. Un mundo dónde yo sea escritor. Dónde la palabra no me abandone. Cuando el agotamiento no me venza y la apatía queda sumergida bajo la esfera de la realización. Un lugar en el que palpe la palabra y la haga mía aunque solo sea por unos momentos.
    Este pequeño ejercicio de ratificar lo obvio me sirve para tomar conciencia de la realidad que me rodea. Los libros y las palabras son el alimento de mi alma. Y si tengo sobrepeso en mi cuerpo físico, el que me acompaña día a día, que tiene hambre y que hace que coma, el cuerpo de mi alma es aún más voraz. Necesita alimentarse con mayores cantidades. Así nacemos algunos. No nos importa la gloria. Ni tampoco el prestigio. Hacemos las cosas porque las sentimos. Porque es el momento oportuno y si no escribimos ahora el texto se perderá entre los pensamientos del día. Por eso es primordial volver a las raíces. No es una involución. Es un giro a lo necesario. Una vuelta  a la normalidad. Para mí, el escribir, debería ser sencillo y simple, porque llevo mucho tiempo haciéndolo y porque aquellas cosas que se hacen con los sentimientos no se deben dejar de hacer.

   

viernes, 22 de abril de 2016

Jueves, 21 de abril de 2016
 
  La consciencia moral es una virtud o un defecto del hombre que le hace obrar de una manera u otra según dependiendo le dicte esta. Son las pautas y las formas en que nos movemos las que nos definen como personas y mientras tengamos consciencia moral nuestra escala de valores dependerá de cuales sean las cosas a las que más importancia le demos. A no ser que seamos unos descerebrados, nuestra forma de comportarnos esta más  acorde con el Bien que con el Mal.
   El problema de tener consciencia moral es que tenemos que responder ante nosotros mismos, sin ningún juez o intermediario que nos evalúe. Somos nosotros los que nos damos la absolución o la condena. Y puede que el más dañino de los jueces, el más exigente de los jurados, seamos nosotros mismos.
   Pocas veces nos perdonamos cosas que hemos hecho y que sabemos de sobra que no ha sido todo lo correctas que deberían haber sido. Arrastramos la culpa, sin llegar a perdonarnos, porque pensamos que el daño infligido es tan elevado que el perdón no lo satisface. Yo tengo colgado en mi tablón de corcho Errare Humanum Est porque todavía tengo que seguir recordando que mi pasado no ha sido excesivamente bueno pero que tengo que perdonarme si no quiero cargar con esa loza sobre mis hombros el resto de mis días. Los que otros hayan echo, ¡allá con sus consciencias! Bastante tengo yo con la mía para pensar si quiera un momento en la de los demás.
   Pero si es cierto que en lugar de aceptar y asimilar que puede que hayamos cometido un acto malévolo, es más fácil dejar caer la responsabilidad sobre el comportamiento de otros o sobre obligaciones a las que nos vimos sometido cuando en realidad erramos porque fuimos nosotros lo que cometimos el acto. Es el libre albedrío.
   Cuando me siento culpable por algo o cuando mi sueño se ve interrumpido porque no puedo quitarme algo de la cabeza, esa es la señal para hacerse ver a uno mismo que no actúo de la manera más correcta y que el perdón no es suficiente. Hay que reparar daños. Cosas que sustituyan el mal acto. Por poner un ejemplo burdo pero fácil de comprender. Si le di un cachete a un niño sin merecérselo, le doy a otro una golosina sin que me la pida.
   Las cosas no son tan sencillas y puede que el  ejemplo no sirva, pero un profesor de Filosofía me enseño que si los ejemplos no sirven, pues se tiran a la papelera.

   Pero volviendo a lo que nos atañe. Una cosa es el sentimiento de culpa, que ese es cristiano y se han dedicado a inculcárnoslo desde muy pequeñitos, y otra es obras con mala consciencia. Digamos que uno pertenece a una doctrina y otro es intrínseco en el ser. A mi el que me preocupa es el que es propio de la naturaleza humana. Yo procuro obrar siempre de la manera más correcta, aunque haya veces que no lo consiga, pero procuro subsanar errores. Ya os he dicho lo que tengo en mi tablón. Se de sobra que me voy a equivocar y que tendré que perdonarme, pero eso no me exime que mis obras estén encaminadas hacia el Bien.

lunes, 18 de abril de 2016

   Una vida gobernada por impulso deja de ser racional para pasar al lado opuesto y dejarse llevar por las pasiones o caprichos que más nos interesan en cada momento. Es una vida de desconcierto. Nunca sabes cuando te va a dominar un impulso y estás a merced de los estímulos que te rodean. Si son pausados y te encuentras en un clima acorde y naturalizado, esos impulsos estarán dormidos y aletargados esperando el resorte que los haga florecer en un momento de mayor tensión o de cierta perdida del control de la situación.
   Sin en teoría somos seres racionales, no deberíamos dejarnos arrastrar por estas tentaciones, pero hay que decir del hombre que no es un ser racional al completo. Que cierta parte de él se comporta dentro de unas pautas y maneras que se podrían nominar como racionales pero que hay momentos, y estos suceden con frecuencia, que los atributos de las emociones y los sentimientos dominan al ser crítico y perspicaz.
   Yo me considero una persona tranquila y racional pero es cierto que muchas veces me dejo arrastrar por las pasiones y los impulsos, de hecho, mi vida a estado marcada por una circunstancia que no dejaba de ser compulsiva, porque ya no tenía finalidad en si, y porque no buscaba otra cosa que saciar mi apetito más instintivo. Ya no lo hacia porque tuviera mas o menos ganas de tomar algo, era una obsesión que solo se calmaba si lo hacia de manera impulsiva y sin pensar en sus consecuencias. Tengo que decir que he sido un ser bastante poco racional y que procuro que en mi vida, cada día entre un poco más la razón, aunque sea un trabajo a largo plazo y sea una cuestión con la que quedarme  con la sensación de estar intentándolo mientras viva.

   En los momentos que te deja arrastrar por los impulsos, pensar cuesta un esfuerzo que casi nadie se par ha hacer. Es como pisar el freno a tope cuando vas a ciento veinte. Algo que por ninguna circunstancia se te pasa por la cabeza. Lo único que apremia es saciar tu necesidad. Ver como te imbuyes de lo que reclamas como vital y necesario para vivir. Porque en ello te va la vida. Si no sacias tu apetito sientes un vacío tan grande que te falta hasta el aliento y el impulso no se te va de la cabeza. Lo tienes ahí metido esperando a ser saciado y la ansiedad va creciendo mientras más tardes en satisfacer tu necesidad.

sábado, 16 de abril de 2016

Una parte de mi vida a olvidar IV.

   Pues creo que ha llegado  el momento, una vez pasadas todas las fiestas de abril, de continuar con este peregrinaje mío por los mandriles.
   La situación era bien sencilla y  a la vez arto complicada.     Estaba fuera del alcance de la influencia de la residencia evangelista pero, no tenia un duro, no tenia a quien llamar y no conocía a nadie en Madrid. Buen panorama.¿alguien puede hacerse una remota idea de cómo me sentía?
   Me senté a las afueras de las puertas de atocha sobre mi macuto y vi frente a mis dos cosas que me llamaron mucho la atención. Cientos de taxis y de furgones antidisturbios habría como unos veinte.
   ¿Qué se te pasa por la cabeza? Pues coger un taxi y decirle que  le vas a pagar cuando llegues a Sevilla, pero ¿con qué dinero? ¿Quién iba a hacerse responsable de mi trayecto que podría ser unas diez mil pesetas o más?
   Así que una luz me iluminó y decidí dirigirme a los antidisturbios.
   Les explique cuantos eras mis andanzas desde que salí de Sevilla y ellos decidieron llamar al Samur como emergencia social.
   Los tres antidisturbios y yo nos quedamos con la boca abierta cuando desde el Samur nos dijeron que lo mío no era un caso de emergencia social ya que era yo quién había decidido salirme del centro.
   Los policías valoraron la situación y vieron que no estaban tratando con un ser sin escrúpulos o un caradura sino con un chico que andaba algo desorientado en este bagaje que es la vida. Así que les dio un poco de lastima y entre los tres y sin decirme nada me mandaron de nuevo al centro, pero con una pequeña sorpresa.
   Yo me he enterado muchos años después pero en el momento no sabia nada. Ni me lo imaginaba.
   Me hicieron volver al centro. No me juntaron con los demás residentes sino que me pusieron una sombra y estuve como desde las ocho hasta las diez vigilado constantemente. A las diez me llevaron a la estación de autobuses de Vallecas y me montaron en un autobús con destino Plaza de Armas, Sevilla.
   Yo no me lo podía creer. Me parecía extraño que la comunidad evangélica me pagara la vuelta a cas pero eso era lo que yo creía al principio.
   Llegue a Sevilla a las cinco de la mañana y fui a busca a la única persona que me conocía lo suficiente como para saber que yo era un enfermo del alcohol, un alcohólico y que durante los diez años posteriores a la muerte de mis padre, me había dedicado a buscar en mí ese alcohólico que aliviaba las sin razones de la vida, porque la muerte de mis padres son sin razones de la vida.
   Empecé a caminar dirección parque Alcosa y con la finalidad de hablar con mi súper prima. Llegue a las siete de la mañana o quizás un poco más tarde. Ella me abrió las puertas de su casa y continuo con la labor de recuperar al Pedrito que estaba escondido detrás de un mundo que no era el que más se le parecía, sino que era el que no tenia más cojones que mamar.
   Me entere que el billete lo habían pagado los policías y por eso les estaré eternamente agradecido. Pero ¿cómo puede ver un extraño que uno no tiene la suerte de encontrarse en su mejor momento y las personas que te conocen parece que no quieren darse cuenta? Porque nadie quiere problemas.
   Eso era lo único que podía explicar todo mi periplo por Madrid. Los que por algún motivo o lazo estaban cerca de mi veía un problema. Yo creo que hubieran preferido que estuviera muerto a que sintiera unas ganas enormes por vivir.
Lo único que me quedaba era superar la muerte de mis padre y tengo que decir que ha día de hoy sueño con ellos un día si y otro también. Jamás los olvidaré.
A ellos y a la persona que siempre confió en mí porque me conocía y porque estaba dispuesta a pasar por ratos desagradables con el propósito de recuperar al

Pedrito van dedicadas esta cuatro historias en la que he intentado explicar como tuve un ángel desde el cielo que iluminó mi camino y que sin el hoy probablemente seguiría en Madrid, tirado por las calles y alcoholizado.

martes, 15 de marzo de 2016

UN FRAGMENTO A OLVIDAR DE MI VIDA. III

   Puedo seguir contando penurias y calamidades de este lugar dónde me encontraba pero sería innecesario hacer leña del árbol caído. Así que voy a centrarme en lo que realmente me ha motivado para escribir estos fragmentos de mi vida.
   Por una parte presenciar una reunión evangelista en un centro de desintoxicación. Desconozco si en la vida ordinaria estas prácticas se hacen de la misma manera pero lo que yo allí vi impresiona.
  Un círculo de unas cincuenta personas, sentadas en sillas, pegando voces y aclamando a Cristo para que les perdonase sus pecados. Pegándose golpes en el pecho. Entrecruzándose gritos de unos y otros.
   En definitiva, un conjunto de voces, golpes en el pecho biblia en mano, de arrepentimiento de vidas pasadas, de haber quién era el más culpable o de quien demostraba de la manera más exaltada su adoctrinamiento y su fe. Una verdadera locura.
   Yo nunca he sido de sentir un pensamiento único cómo guía de mis pasos. Allí lo que había era adepto. El pensamiento tiene que ser libre y, en aquel lugar, estaba coaccionado.
   Esto lo podría haber contado de otra forma, una quizás más literaria, pero lo que aquí quiero reflejar es el acto. No quiero escribir mi mejor párrafo. Quiero reflejar mi visión personal de unos hechos que puede estar subjetivado pero que son los que yo me lleve de allí.
   Al día siguiente decidí abandonar mientras estaba seleccionado papas viejas en buen estado de las que estaban podridas.
   Los trámites de abandono son los mismos que en cualquier otro centro. Se lo comunicas a tu sombra, este al segundo y el segundo al director.
   Todos intentaban convencerme de que allí no estaba tan mal y que Dios se había cruzado en mí camino y que era este el que me guiaría para dejar de beber.
   Por supuesto, no deje que me convencieran. Eran adoctrinados enunciando discursos aprendidos de anteriores abandonos o, puede, que de abandonos propios rectificados antes de lo que ellos consideraban el desamparo de Dios.
   Me ayudaron ha hacer las maletas y u responsable me dijo que había llevado mucha ropa para quedarme tan solo una semana. Iba con una bolsa de basura de contenedor llena de ropa y con un macuto aparte. Me dieron cuatro euros. Dos y medio para el tren de cercanías hasta  Atocha y uno para llamar a mi familia. Me dejaron en la estación. Desamparado.  
   Lo primero que hice cundo llegue a la estación de cercanías fue pedir un cigarro. Llevaba una semana sin fumar y necesitaba al menos uno. Luego saque el billete y dirigí mis paso hacia Atocha, sin ningún plan.
   Estaba en una ciudad que no conocía a nadie, sin un duro y sin la posibilidad de volver a Sevilla. El trayecto de cercanías a Atocha fue funesto.
  En la estación de Atocha, al lado de una papelera, deje el saco de ropa. Era imposible moverse libremente con ese trasto a cuestas.
  Llame a mi hermana pero con un euro apenas pude decirle que me había salido del centro. No tuve tiempo para más. La providencia me abandonó. Al menos, eso era lo que aparentaba pero me sucedieron cosas increíbles, todas nacidas de la buena voluntad de las personas, de la solidaridad y de la empatía, y por supuesto, por llegar a dar con personas que ven más allá de su deber y actúan  de facto. Independientemente de cual sea su acometido.


Pero eso lo dejo para el próximo día.

lunes, 7 de marzo de 2016

UNA FRAGMENTO A OLVIDAR DE MI VIDA. II

   ¿Por qué se titula la serie Un fragmento a olvidar de mi vida y sin embargo hablo de ella, la revivo, la vuelvo a sentir, me recreo en ella y paso un mal rato acordándome de cosas que pasaron hace ya siete u ocho años?
   Es la necesidad de dejar testimonio de mí pasado, que no ha sido sencillo, pero que es el mío, y quizás, hoy no este donde estoy si no hubiera vivido todas las experiencias que sufrí.
   No sólo tengo que contar cómo me fue en el centro de desintoxicación evangelista. Hay cientos de cosas más que me sucedieron. La mayoría son penurias pero haber si normalizarlas puede llegar a ser divertido el revivirlas, como algo que queda lejos, en un pasado indeterminado, en una época de mi vida que me toco sufrir.
   En ningún momento se presumía que un niño con una infancia tan feliz, tuviera que pasar por todo lo que paso. Pero como diría Einstein, Dios juega a los dados, y yo no saque ni cinco ni siete.
   Al entrar te asigna una persona que se llama Sombra y es la que te va enseñando como funciona todo y la que esta por encima de ti en primera instancia, por el hecho de haber llegado al centro antes que tú.
  Como ya conté, una de las primeras actividades que hice fue la de los huevos. Otra que me toco hacer fue tirar a un pozo de husillo toda la leche caducada. Tiramos cincuenta o sesenta litros. Era brutal la capacidad de almacenamiento que tenía el centro. Litros y litro de este liquido blanco y en botella pasados de fecha. Con un olor nauseabundo. No se si sabéis como huele la leche caducada pero desde luego no es un olor agradable.
   La rutina del día era hacer actividades durante todo el día. Eso si esta bien porque si no aquello sería insoportable. Mientras estás distraído en algo, el tiempo va pasando y se hace más llevadero. No hay nada peor que pensar que no tiene nada que hacer. Eso solo es de vagos y maleantes.
   El chico que me toco de sombra, no recuerdo su nombre pero si puedo decir que era de origen latino, al principio se mostraba muy solicito y servicial, gradualmente se fue volviendo en una persona más recta y adoctrinada. Sabía lo que hacia. Tenía que enseñarme las normas, ya se iban apagando las luces de bienvenida y ahora llegaba lo serio. La realidad.
   Lo cierto es que allí había gente de muchas nacionalidades. Más de Europa de Este que de ningún otro lado. Eso e llamo mucho la atención. ¿Por qué una concentración tan grande de gente del Este de Europa? Aún sigo preguntándomelo.
   Las primeras noches, mientras ellos hacían las reuniones evangélicas, me sacaban a pasear con otros internos, con un frío tremendo, pero todavía no estaba preparado para presenciar una de estos adoctrinamientos evangélicos. No pensé en qué pretendieran ocultarme algo pero el hecho de estar tan encima de mí, que cumpliera horarios de sueño y de trabajo y sin embargo, a la hora de la terapia yo no estuviera, me escamó.
   Me hacia dar vueltas en redondo a la finca por donde había luz, porque este sitio se encontraba en medio del campo y la hora de la terapia era de noche, después de cenar.
   Pensé en leer, por distraerme aún más y el único libro que había era la Biblia, cientos de ellas pero todos de la misma edición y con la misma encuadernación, guardados en vitrinas, amasados por la aceptación de Dios en nuestras vidas, páginas que al sumar, lo hacía con la esperanza de encontrar en la siguiente página la solución a la aceptación del problema.
  
  Por hoy ya esta bien, intentaré seguir mañana contando más cosas, espero no ser pesado y aburrido, eso es lo único que me importa. Que este sea el lugar indicado o  quizás este en otro sitio, no lo sé, pero a mi me sirve para desahogarme y espero que a ti lo haga para distraerte un rato.

   

domingo, 6 de marzo de 2016

UNA FRAGMENTO A OLVIDAR DE MI VIDA.

   Lo cierto es que no comprendo todavía cómo empezó todo. No se si era la mala situación que estaba pasando, que sea dicho, era uno de mis peores momentos, pero a lo mejor hubiera habido otro tipo de solución que no fuera un centro de desintoxicación evangelista.
   Lo cierto que a pesar de estar confirmado y todo, tiendo poco a creer en Dios. Sea el que sea, me parece un pensamiento que perjudica a la razón de tal forma que la hace confiar ciegamente en cosas imposibles llegando a pensar que si eres más o menos creyente, serás más o menos recompensado. Una falacia de idea.
   Por circunstancias ajenas a mí. Aquellas personas que velaban por mí integridad creyeron que la mejor forma de recuperarme era este centro evangélico, que entre otras cosas no estaba en Sevilla, sino en Madrid, lugar dónde no conozco a nadie, no conozco la ciudad y como siempre, no tenia un duro.
   De toda la medicación psiquiatrita que llevaba y que por aquellos entonces necesitaba, hoy el tratamiento es diferente, me dejaron tomar solo una pastilla por la noche. A un chaval que estaba dejando la heroína, lo único que le daban eran tilas. Eso se llama pasar el mono a pulso. Cada vez que me acuerdo de este joven chaval se me ponen los pelos de punta. Que inhumanos pueden llegar a ser que hacen que pases un mono de heroína de esta manera. Y se supone que lo saben todo sobre las drogas.
   Pues bien yo entre en Sevilla, con todo lo que tenía en este mundo menos mis libros. Menos mal porque de vuelta en atocha, como llevaba tanta ropa, tuve que deshacerme de todo y quedarme con lo simple y elemental que puede necesitar una persona que cabe en un macuto.
   Pase una noche en Sevilla, a la mañana siguiente me mandaron para Madrid, a mitad del camino y no puedo decir a que altura está eso porque como digo, ni he estado en Madrid ni se como llegar ni por dónde hay que pasar, nos intercambiaron de coche. A un chico que venia de Finisterre e iba para Huelva ya mi que iba para Madrid.
 Yo me dejaba guiar. No sabia muy bien donde me estaba metiendo pero el único pensamiento que tenía era que si las personas que cuidaban de mi lo habían decidido así era porque sería lo mejor, ¿no? ¿Tú que hubieras pensado?

  Fui a un lugar que es famoso por un refrán castellano que quién sabe cuál fue la primera persona que lo dijo y porque, pero sin dar mas pistas diré que estuve “entre Pinto y Valdemoro”
  Al llegar allí, todo te lo pintan muy bonito, hasta que empiezas a profundizar en el sistema. La comida no falta, pero mayormente y en una proporción ingente es reciclada, es decir, lo que los supermercados van a tirar, incluyendo huevos, por poner un ejemplo, es la base de la alimentación.
  Uno de los primeros trabajos que hice fue reciclar huevos. Si el huevo estaba malo se iba al fondo del cubo de agua y si estaba bueno flotaba. Esa técnica tan exacta era la que se empleaba para utilizar los huevos que estuvieran bien. Basta esto para decir que se comía y cuál era la calidad. Y allí estaba yo, que a cada minuto que pasaba menos conforme estaba en complicidad de cómo se hacían las cosas allí.
  Pero no me quedaba otro remedio que tragar. No tenía escapatoria, e incluso, me intentaba convencer a mi mismo de que hasta aquí me habían traído las personas que me querían. Esto no podía ser malo. Simplemente es que yo no estaba acostumbrado a eso. Necesitaba tiempo para adaptarme. El problema era yo y no mi entorno. Yo no iba a llevar la razón. Todo el mundo estaba equivocado excepto mi corazón, el alma de mi vida, y yo, mi persona racional.

   En fin este es el principio de unos relatos que iré escribiendo e, espero que no os aburran.

domingo, 28 de febrero de 2016

pedir disculpas


28 de febrero de 2016

    Ante todo, lo que tengo que hacer es pedir disculpas por no haber publicado nada en más de quince días.
    Es el ritmo de vida que llevo lo que me impide sentarme delante del ordenador y buscar esa historia tan ansiada que me haga vibrar al escribirla y que te agrade a ti al escucharla.
    Esto de la independencia es más complejo de lo que parece y mantener un orden en las tareas y actividades diarias cuesta un esfuerzo en el que no me queda otro remedio que dejar algo atrás y este, quizá, sea el caso del blog.


     Con esto no pretendo disculparme, pero te contaré un pequeño secreto. Entre una cosa y otra llevo cerca de tres días sin escribir nada en mi diario.
     Con mi confesión, lo que quiero recalcar es que mi vida no para de llenarse de actividades y me queda muy poco tiempo libre para dedicárselo a mis ocios.
     El escribir es para mi muy importante y si no lo hago me pesa en la conciencia. Imposiciones que nos marcamos nosotros mismos y que las entendemos por obligaciones, cuando en realidad son naturales en nosotros y debe ir acompañada del disfrute.
    Además, estoy algo bajo de ideas. Como practico tan poco las posibilidades de hacer algo digno merma. No quiero escribir cualquier cosa. Algo de lo que me sienta, por lo menos, satisfecho. Un relato al que le haya dedicado tiempo, que tenga cierto cariz, y que siga el propósito del blog, que no es otro que el de tener un rincón en la red dónde yo pueda desarrollar mi afición por la escritura de forma independiente.
    Así que prometo, en breve continuar la labor y el compromiso en el que un día me embarqué. Pero eso si, necesito adaptarme a mi nueva vida y tener tiempo para todo.
    Creo que no solo a mí, sino a muchos, nos gustaría que el día tuviera 25 horas. Eso no es tal como se desea y las labores diarias no se pueden abandonar. Tenemos que cumplir con nuestras obligaciones y esas están antes que el ocio. Y para mi escribir es algo que hago por placer, no como un compromiso, y si en algún momento no cumplo con las expectativas, lo siento, pero me acabo de mudar a un sitio nuevo, he empezado el cuatrimestre, y un sin fin de cosas más que no voy a enumerar pero que entran dentro de las actividades diaria que me veo obligado a realizar.
    Con todo esto, me comprometo a seguir trabajando. Una vez que me organice bien todo volverá a su cauce. Hay etapas que por mucho que queramos tenemos que rendirnos ante los acontecimientos y este es el caso.
    

    

lunes, 15 de febrero de 2016

15 de febrero de 2016 

   Fuiste el tercero de la familia. Jamás se acostumbra uno a ello, pero ya nos había pasado dos veces, en las que tú lloraste, igual que nosotros te lloramos a ti. Hoy hace tres años y aún tú recuerdo esta tan presente en los tuyos como lo está el de los dos que te precedieron.
   Somos un árbol y cuando una rama se parte es como si se partiera el árbol entero.
   Algunas llevan en su piel tu recuerdo.
   Otros, de alguna manera, lo llevan dentro como una forma de aceptar lo inevitable.
   Tu sonrisa y el sonido de tu risa serán inolvidables.
    Desde muy joven la vida no te lo puso fácil. También tuviste que llorar apenas siendo un hombre.
    De tu hermana, solo salían palabras de elogio. ¡Ya quisiera yo haberme comportado como tu! Pero no lo dudes, haz dejado en esta tierra sangre buena.   Linaje que brilla por su nobleza de carácter. Personas sencillas que solo quieren vivir. Lejos de rencores y envidias y cerca del amor. De la pasión a los nuevos brotes.   De los que son felices amando a los que tiene más cerca y comparten con ellos una vida.
   El pasado solo sirve para dejarnos huellas imborrables. Eres sin duda una de ellas.
   Los duelos son interiores, pero si expresamos, de alguna manera como nos sentimos y cuanto te envidiamos por lo hechos que llevaste a cabo, no dejas de ser una referencia, de la que hay que hablar en público. Para que no caigas en el olvido.

   Lo realmente triste es pasar sin dejar huella, y en mi Alma está tu ausencia.

viernes, 5 de febrero de 2016

recuerdos de mi tia queque


    No me gusta quejarme pero si necesito desahogarme y por eso intento escribir estas líneas.
    No soporto muchas cosas, como por ejemplo que no se tire de la cisterna del water, o llamar a alguien por teléfono y que no te cojan la llamada. Tampoco me gusta hablar mucho por teléfono si la persona con quien lo hago no es de mi agrado. Pequeñas manía que despiertan en mí un resquicio de rabia que canalizo bien pero que en los momentos que las sufro no me sientan nada apropiadas.
   Otra de las cosas que me encorajan es la costumbre que se está perdiendo de cruzarte todos los días con la misma persona y no dirigirte ni los buenos días. Pero en fin, son manías superables.
   Todo esto a que viene, a lo siguiente: hay una mujer que le gusta pasear a su perro por la mañana. Me cruzo con ella casi todos los días. Es una mujer de unos cuarenta y cinco años y es atractiva. Tiene una figura estilizada y el pelo cortado a media melena.    Pero a pesar de ser guapa y pasear a su perro, que eso demuestra que tiene sensibilidad, no nos damos los buenos días y, no es que seamos conocidos. No sé nada de ella ni me interesa. Es educación. Y como decía mi tía Queque (diminutivo que viene de Mercedes) se esta perdiendo el civismo y cada vez, a pesar de vivir en piso de 60 o 90 metros y estar tan juntos como sardinas en lata, somos para nuestros vecino auténticos desconocido.
   Mi tía Queque trabajo en la Base Militar DE Morón hace ya muchos años. Era limpiadora.    Tenia contacto con los americanos y el primer cigarrillo que fume fue uno americano, porque ella fumaba y yo se lo hurté.
A mi tía le gustaban mucho las muñecas americanas y tenía toda la casa llena de ellas. Algunas eran Nancy, muñecas con las que jugaba mi hermana.
   Nos traía muchas chocolatinas. Creo que ha sido en la época que más chocolatinas he comido. Estaban deliciosas. Tenia un gusto a chocolate que no he conseguido encontrar en ninguna otra marca de chocolatina, y mira que las he buscado por todos los supermercados de dónde vivo y de dónde he ido de viaje por esta mi Andalucía.
Soy andaluz, nací en Sevilla y mis padres, cuando se casaron, se fueron a vivir a Nueva Sevilla, un lugar perdido del mapa de España que está entre Castilleja de la Cuesta y Bormujos.
   La zona ha cambiado ahora mucho. Ya es para mi casi irreconocible el paisaje urbano que se han construido en los campos que antes daban pipas de girasol. Pero siento un cariño especial por este lugar.
   Soy andaluz, como he dicho ante, pero apenas conozco a esta tan grande Andalucía. Roquetas de Mar que esta en el extremo Oriental de mi tierra me suena tan lejano como Eibar, que esta en el País Vasco.
Una de las carencias que tengo en mi vida son los viajes. Descubrir paisajes tiene que ser algo maravilloso, pero mi economía no me lo permite y no puedo pasear por los parajes de esta antiquísima tierra.
    En fin, soy un viajero frustrado, pero por ello uso mucho mi imaginación, y cuando hablan de Ronda, me la imagino sobre montañas que tienen grandes acantilados a sus pies. O cuando hablan de Marbella, veo una ciudad de lujo llena de barcos en su puerto, barcos particulares, deportivos, que sus dueños son los más ricos jeques árabes.
Con mi ciudad me pasa lo mismo pero esto me da mucho más coraje. No la conozco lo suficiente como para hacer de cicerón a alguien que venga de fuera. Me limitaría a enseñarle los Alcázares, en los que he estado varias veces, y la Catedral que empezó siendo Gótica y acabo con estilo. Renacentista
    Pero no voy a decir aquí todo lo torpe o malo que soy. También tengo cosas positivas. Por ejemplo, me encanta disfrutar de una charla tomando un café y hablar de libros, películas o series de los años 80. Eso fue lo que hice este sábado con mis amigos Jesús y Javier. También me agrada mucho escribir. Es una de mis mayores aficiones. Escribo, prácticamente, cuando tengo un rato libre. Dicen que Antonio Machado, en una de sus frases celebres, dijo que aquel hombre que habla consigo mismo espera hablar con Dios en algún momento. Yo de la segunda parte de la frase no espero nada. Soy agnóstico. Para mi hablar conmigo mismo es escribir pues ahí dónde no encuentro censuras y mis pensamientos divagan por lugares libres.
   De los grandes pensadores españoles se puede aprender mucho, y en este país que se llama España, además de tener político ladrones, tenemos también grandes pensadores.
Pero esto son ya divagaciones que comprometen cambiar el rumbo del relato.
Mi tía Queque tenía el pelo blanco a pesar de ser joven. Yo también lo tengo y mi padre era otro que lo tenía. En mi familia las canas son algo de herencia. No nos dejamos dinero porque somos pobre de necesidad pero nuestra dinastía se pierde en el tiempo de los hombres y las mujeres de pelo canoso. También nos hemos dejado el gusto por la Literatura. Yo ahora estoy tomando unas pastillas futísimas para la alergia y me quedo dormido mientras leo. Se me juntan todas las líneas y creo que hasta me pongo algo bizco.    Pero ya llegaran tiempos mejores. El miércoles dejo de tomarlas y, otra vez, podré dedicarle a mi gusto el placer de la lectura.
Recuerdo perfectamente cuando mi tía Queque llegaba de la base y empezaba a subir la cuesta donde tenía la casa en Morón. Era tan empinada como una escalera mecánica de un centro comercial. Ella doblaba un poco la espalda para coger más fuerzas en las piernas. Cuando llegaba arriba, ya casi sin aliento, nos daba un abrazo a mi hermana y a mí y un beso de achuchón.
Hoy he conocido a una chica estupenda. Es frutera y trabaja todos los días de la semana. Incluso los domingos. Es morena. Con el pelo rizado y un desparpajo que evidencia que es una persona con mucha seguridad en si misma. Es guapa y ella lo sabe. Para mi, tomarme un café con ella seria como jugar la Champion League. Pero tengo suficiente con comprar allí para comer sano y además imbuirme de su derroche de simpatía.


viernes, 22 de enero de 2016

   Ariane era una mujer joven y vigorosa. Ella sola llevaba adelante la casa y el taller de costura. Sus hijas mayores le ayudaban en lo que podían, todo no tenía que recaer sobre las espaldas de Ariane. Ella se apoyaba mucho en la alegre Fátima, que siempre tenia una sonrisa en el rostro y un comentario jocoso que daba gusto conversar con ella. La familia tampoco podía pasar sin la ayuda de la vigorosa Noelia. Ruda como una piedra, fuerte como un hombre y algo menos alegre que la encantadora Fátima, pero siempre de buen carácter. Así que las tres hacían acopio y entre todas llevaban la familia. Mientras la madre se ocupaba de confeccionar pantalones y camisas, Fátima cuidaba del pequeño Alexander y Noelia era la que guisaba para que no faltase un plato que comer en la mesa. El pequeño Alexander había caído como del cielo. Era el retoño de la casa y ya tenía cinco añitos. Era muy travieso y le encantaban los animales, así que se pasaba el día entre las cabras y las gallinas. Recogiendo huevos y acariciando a los pequeños cabritos, suaves y traviesos como él.
   Hacia poco se había mudado un joven médico  a la casa que estaba cerca del cementerio. Pasaba las tardes charlando con el marido de Ariane. A este le encantaba escuchar al sanador porque siempre le contaba historias de los libros que se estaba leyendo y eso entretenía mucho al patriarca. El a cambio le explicaba como eran las gentes que vivían por allí y quién era persona de fiar y quién no, quién se pasaba los domingos en la taberna y quién montaba acaballo por el placer de disfrutar de un buen paseo. Eran complementarios. El uno y el otro habían congeniado desde un principio y se tenían mucho respeto. El joven medico, muchas noches se quedaba a cenar. Era guapo. De facciones agraciadas. Rubio como el Sol. Con los dientes brillantes y unos ojos verdes que a Fátima y a Noelia envolvían en locas imaginaciones de amor. A las dos muchachas las ruborizaba cuando se dirigía a ellas en una conversación que buscase la aprobación  o la negación de estas. El joven se daba cuenta de ello y procuraba no abusar de sus ruegos, se sentía incómodo cuando las dos muchachas se ponían coloradas por su mirada, aunque eso le levantaba el ego  y le hacía sentir un poco de placer. Era un excelente médico.       Había cursado en la Sorbona de París y ahora ejercía de médico rural. El médico que compartía con el la comarca era un señor mayor que ya estaba a punto de jubilarse y los trayectos en coche, cuando visitaba a los enfermos, se le hacían pesados. También cenaba algunas noches con ellos el hijo del tabernero, sobre todo los fines de semana. Hombre rudo y fuerte, de corpulencia extrema y de entendimiento algo lento pero de un corazón indomable y una nobleza sin parangón.
   Cuando el médico se ponía ha hablar de su época de estudiante, de cuentos y anécdotas de París, Thomas que era así como se llamaba el hijo del tabernero, no le quitaba ojo de encima a Noelia y se quedaba extasiado observando a la ruda muchacha. Esta parecía no darse cuenta mientras dejaba bagar su imaginación por las calles y locales de París  que describía el apuesto medico, porque dotes de buen narrador tenía el joven. En realidad, todos quedaban impresionados por los personajes o decorados de la historias.  Gente que tenía que vivir en pensiones con mujeres de educación liberal. Bebedores de litros de whisky. Señoritas que tenían que dedicarse a vivir en casa de  Marqueses,  Condes y Duque porque pertenecían al servicio domestico con todo el servicio vigilado por un ama de llaves para que no faltase ni una cuchara de plata. Las historias les embelesaban, había caído en el pueblo un buen narrador. No sabemos si el joven medico tenia intereses en dedicarse a la literatura, cosa que no habría echo mal.
   Pero la historia que más impacto a todos y la que acaparó hasta la atención de Thomas  fue la de chicos jóvenes y de buena figura, finos como los tallos de junco que crecían en la ribera junto al cementerio y que se hacían pasar por chicas con la intención de esta con un hombre y cobrar por ello.
-Yo no lo entiendo- dijo Thomas.
-Eso no puede ser cierto- dijo el padre de familia
Las dos jóvenes callaron intentando comprender la magnitud de la historia que acababa de contar el joven médico.
-¡Chico que se disfrazaban de chicas!
Las dos hermanas estaban atónitas. ¿Cómo era posible que eso se le ocurriese a algunos chicos? Fue la pregunta de Noelia. Jóvenes que se dedicaban al libertinaje, contexto el joven doctor.
-Pues a mi me parece una estupidez- dijo el fortachón de Thomas. Mejor es estar con una chica guapa a que sea un chico. Todos rieron.
-Pues a mi me gustaría verlos-dijo Ariane- seguro que están guapísimos con sus fulas de plumas y sus enaguas de volantes.
-A ti te vamos a hacer uno- dijo Fátima-.
- si de las hechuras de Noelia- contexto este y todos volvieron a reír.
-Harían falta tres trajes de Noelia para vestirte a ti, grandullón.-
Y todos empezaron a reír de nuevo al ver lo colorado que se ponía Thomas.
-Pues algún día tenemos que ir a París – dijo Fátima- -
Y yo os serviré de estupendo guía- contexto el doctor

   


El padre de las chichillas se había quedado igual de dormido que el pequeño Alexander escuchando las historias de joven doctor.

lunes, 18 de enero de 2016

Como ya os he dicho, no me manejo muy bien con las nuevas tecnologías, pero poco a poco iré mejorando. De momento tengo dificultades para encontrar en el motor de búsqueda mi blog. No sé a que se debe el motivo. Desde mi correo si puedo entrar pero luego no aparece en la web. Yo no le doy mayor importancia de la que tiene. En realidad el que no sabe soy yo y hasta que aprenda voy a encontrar obstáculos que tendré que salvar.¡Si es que uno no puede ser buenos en tó!¡me cachis!
espero que esto no se dilate en el tiempo, de todas formas si utilizais el link que hay colgado en mi facebook (pedro sánchez morilla) podéis acceder. de momento vamos a apañarnos como podamos. Dice que pá un roto siempre hay un cosio
Muchas cosas se descubren por casualidad (mirar sino el caso de la penicilina) y otras a base de errores. lamento confesar que esa es mi manera de aprender, por errores, cometo uno e intento no volver a cometerlo. esto del blog puede que me venga un poquito grande con lo escaso de mis conocimientos, pero me hace mucha ilusión tener un hueco dónde yo pueda escribir sin depender de nadie. me equivocare, como es natural, y por supuesto, no pienso que lo que hago es de mucha calidad, más bien de ninguna, pero a mi me llena. Me satisface compartir contigo estos relatos, saber que seré leído por gente inteligente y critica, y pensar que si algo de lo que haga no te gusta, me lo vas a decir de la formas mas generosa posible.
Y lo que he hablado con Alfonso Calero, que no es solo crear el blog, que ahora hay que mantenerlo, por lo que me comprometo a tener dos entradas como mínimo por semana, entre otras cosas para seguir ejercitándome en esto de la escritura creativa y, por si te sirve de algo, para que disfrutes con mis texto y narraciones.
Tengo una casi lista que colgaré después del examen de Geografía. tengo que centrarme en los estudios. para mi, ahora es lo má importante, es mi proyecto de base. no es que sea un lumbreras y saque buenas notas, me muevo entre el cinco y el seis y medio, pero estoy aprendiendo cada día una cosa nueva y eso me motiva, aunque yo sea más proclibe a leer un buen libro que a contemplar una buena obras de Arte. pero esos gustos personales no son radicales, así que también me quedo con la obra maestra.
Es verdad, no lo puedo negar, estoy perezoso, y eso no es bueno teniendo dos días para prepararme el examen de Geografía. Pero es algo que siento. Padezco pereza. Siento el cuerpo flácido, no me apetece hacer nada (no sé ni como me atrevo a escribir). Yo se lo achaco a que este cuatrimestre e tenido que ir por la mañana y por la tarde. Esto ha quemado mis energías y todavía no me he recuperado. Últimamente no me exijo tanto. Lo más fuera de lo normal que he hecho ha sido lo de crear el blog, que por cierto, me esta dando algunos quebraderos de cabeza. Sin embargo, la ilusión no me ha abandonado y, aunque lo que diga ahora pueda parecer contradictorio, no me siento a gusto sin hacer nada y no puedo estar tumbado en la cama, por lo que tengo que ponerme ha hacer algo. En este caso concreto a escribir el diario.
   Será que cuando uno coger el habito de trabajar todos los días y con un nivel de exigencia mínimo, necesita cubrir al día siguiente ese tiempo y ese espacio porque sino se siente vacío. Y creo que eso es lo que me pasa. Estoy cansado pero no puedo dejar de hacer cosas. ¿Extraño no? Pero cosas más raras se ha visto y las hemos aceptado. Como diría un hombre de campo “si hemos comulgado con piedras de molino…”.
    Es que no me apetece ni leer. Estoy intrigadísimo por saber cuál será el siguiente movimiento de Fermín Romero de Torres, uno de los protagonistas del Prisionero Del Cielo, la tercera parte de la sombra del Viento, pero puede conmigo más la pereza que la curiosidad. ¿Será que me estoy volviendo intelectualmente perezoso? Que ya no me llama la atención tanto el aprender y el leer. Lo cierto es que me he cargado de mucho material que me gustaría leer y puede que tanta presión no esté hecha para las hechuras de mis hombros.
15:31
   15:37 Pero esto que digo atrás no es nada. Cuando caliente motores y empiece a funcionar como un autómata, se evaporará el cansancio y la desidia y aparecerá, cual flor en primavera, el trabajo realizado. A mi lo que realmente me cuesta es arrancar. Es un debate entre decir: un poquito más tarde. Luego mejor, ahora voy a empezar… y prorrogar el inicio hasta que ya no me queda más remedio de dejarlo para el siguiente día o de hacer lo justo porque se me ha echado el tiempo encima. Y es que ya con el paso del tiempo nos vamos conociendo. Las sorpresas aparecen al principio o cuando tomas otra dinámica de trabajo, pero cuando sigues haciendo lo mismo y comportándote igual, las cosas se suceden de la misma manera. 15:48


17:43 Llevo como dos horas intentando hacer un texto que explique mi torpeza con el blog. Pues lo he perdido y no lo encuentro. Esto lo único que viene a demostrar es la evidencia, soy torpe por naturaleza, y contra la naturaleza no se puede hacer nada. ¡Con lo bien explicadito que lo tenía todo! Pero que le vamos ha hacer si somos así. Había detallado en el texto lo mucho que me cuesta hacer una entrada. Lo mal diseñado que lo tengo para entrar en él. Que iba a colgar un texto el jueves o el viernes, que ya casi lo tengo terminado, pero que se le puede pedir al olmo¿peras?

miércoles, 13 de enero de 2016

     Los cascos de su caminar resonaban en el eco de la noche. La luz de la luna llena era la que le guiaba por aquel  camino. La espada y el escudo los llevaba en la parte que se unía su instinto animal y su raciocinio humano. Esa línea de bello pelaje que no pertenecía ni a la bestia ni al humano sino al ser. Iba mordiendo una manzana. Fruta favorita entre los manjares que se permitía, porque un guerrero de su talla era apreciado y más si demostraba el arrojo y el coraje en la batalla como lo había demostrado él. Tiró el corazón de la manzana a un lado del camino. Saco otra fruta del canasto que le colgaba al lomo. La degustó igual que la anterior. Como un manjar. En la mañana había gastado muchas energías y ahora lo que deseaba era retirarse a Tesalia para sacar sus más bajos instintos y tomar a una centaurides en copulación. No había nada después de la batalla que le calmar más que satisfacer sus inclinaciones más animales. Porque su ser estaba siempre rigiéndose por inclinaciones. Unas veces se adueñaba la bestia de la mitad humana y otras, con malos modales y grosero comportamiento ante los humanos, el resto de persona que quedaba en él se afianzaba por encima de la bestia.
     Mientras contemplaba el cielo buscado señales de las estrellas que le auguraran su  vuelta a casa le asaltaron en el camino unos forajidos. De un certero machetazo le quitaron la cesta que llevaba al lomo. Uno se puso en su flanco derecho, otro en el izquierdo  y el último le obstruía el paso al frente.
-¡danos todo lo de valor que tengas, caballo!- digo el que estaba al frente de él con una espada de puño dorado. Eso le hizo pensar que no eran simples cuatreros sino guerreros que esta mañana podían haberse cruzado con él en la batalla. Pero no recordaba sus caras y si buscaban botín lo iban a despojar de sus pertenencias. No le dio tiempo a pensar cuando desenvaino su espada y echo en su brazo derecho el escudo que le protegería de los mandobles.
-no llevo más que lo me habéis quitado de una certera maniobra de emboscada.  No puedo satisfacer vuestras necesidades. Así que dejarme marchar y os quedáis con el oro y las frutas que tenía en la bolsa. Sois tres y yo solo uno y por lo que veo os manejáis bien con  las estrategias y las armas. Solo deseo llegar a casa y descansar. La batalla de esta mañana me ha agotado mucho. Os pido que me dejéis marchar- dijo el centauro interpelando a la dignidad del guerrero y no a las bajezas de los cuatreros.

     
Los tres soldados se miraron y asintieron. Si no tenía nada más que ofrecer que necesidad de luchar con la posibilidad de tener una baja. Habían sobrevivido a la batalla. esto sería un extra por tener la fortuna de ser tres. Pero mientras se miraban unos a otros asintiendo y dando por valido el trato que proponía el centauro, con su mano izquierda, de un  certero golpe le quito la vida al que le había quitado a él antes el canasto. Levanto sus cuartos delanteros y intentó pisar al que le obstruía el paso. Como este cedió empezó a galopar no si ante recoger lo que era suyo, su oro y sus frutas. –No te tenían las estrellas reservado un regreso tranquilo a casa- se dijo a si mismo mientras galopaba cola al viento. Gotas de sudor recorrían su cuerpo. Cuando ya había recorrido unos cuantos kilómetros y se sentía seguro, cogió otra manzana y se deleito de su artimaña.-les falta el rasgo atávico de todo animal. La cultura les ha domesticado. Se creía listo. Pues más inteligente a sido esta bestia, jajajaja.

     Desde que se levantaba por la mañana solo tenía un pensamiento. Se acostaba intentando cubrir las necesidades del día siguiente. No sabía cómo lo iba a conseguir pero su adicción en lo único que le permitía pensar era en cómo conseguiría dinero para la próxima litrona. Vivía esclavizado en una nube de alcohol. Solo pensaba en ello e iba abandonando todas las cosas que le ataban al mundo real. Él, con tener lo suficiente para tomarse la siguiente copa, tenía bastante. Ese era el único problema que le preocupaba: tener dinero para la siguiente.
     Vivir así es vivir condenado. El creía que estaba avanzando hacia adelante. ¿Qué malo tiene el alcohol si todo el mundo bebe? Pero no como tú. Había pasado la línea que separa el bebedor social del alcohólico. Esa línea no tiene marcha atrás. Una vez que cruzas esa frontera, eres alcohólico para toda tu vida. Una sencilla copa puede buscarte un gran problema. Puede despertar instintos dormidos que camuflas y comenzar otra vez la escalada al infierno. Porque vivir así es vivir en el inframundo. Con los muertos.
    En un momento de lucidez quiso decir ¡Basta!  Estoy cansado de vivir así. Esto no es agradable. No saco nada de provecho excepto esta todo el día borracho. Si no bebía le faltaba algo y eso ya es dependencia. Se sabía dependiente de él. Tuvo que elegir el seguir adelante y que el alcohol le guiara por esta vida o cambiar. Opto por lo segundo. Ya cientos, y digo bien cuando digo cientos, de personas le habían aconsejado que cambiara, y en un momento de lucidez opto por escuchar esos ecos que venía de una realidad sobria. Lo que le dio que pensar fueron unas palabras de Manuel que le dijo: tú nunca has probado a estar sin consumir nada. Hizo memoria y no le venía a la cabeza ningún momento en que el alcohol no estuviera por medio. Eso le hizo reflexionar desde lo más profundo que puede llegar un hombre a hurgarse.    Solo no podía. Necesitaba ayuda y ya había probado varios centros en los que estaba sin beber mientras se  encontrase bajo vigilancia.
     Por una luz en un momento de lucidez y mientras estaba ingresado en un centro de desintoxicación se le aparecieron las palabras que le abrieron las puertas hacia una nueva vida: tú qué necesidad tienes de perder la dignidad, porque el alcohol lo primero que te quita es la condición de ser humano, y no buscas una vida placentera en la que encuentres en otras cosas ese vacío que hay en ti. Y lucho por buscar una salida al problema. Y lo  único que tenía que hacer era acumular días sin beber. Sobriedad.
     Luego se fue aficionando a las cosas que le gustaban de antes: leer y escribir, pero sobre todo aprender. No ser un ignorante ni un inculto. Tener una idea sencilla de lo que era la vida. Tampoco se consideraba una persona sofisticada pero si necesitaba algo que lo guiara. Que le diera un rumbo y se escudo en los libros. Excelente la hora que decidió cambiar un litrona por  un Premio Planeta. También hubo un proceso de maduración. Ya no era un quinceañero y de él se esperaban cosas buenas, porque en el fondo no era una mala persona. Tampoco era un ser excelente, era un humano que quería recuperar el respeto de los demás y para ello tenía que dejar de beber. Y así lo hizo.
     Pero ya os iré contando más de este personaje que por ahora no tiene nombre. Es un ser sin identificación. Porque puede ser cualquiera. Nadie está libre de las garras de las drogas y me gustaría recordar que el alcohol es una de las más duras. Le puedo pregunta cuando quiera. Lo tengo siempre cerca. Que él mismo tenga ganas de hablar. Que se desahogue y que os cuente los proyectos positivos en los que se ha visto inmiscuido desde que dejo de beber.



PEDRO